lunes, 22 de junio de 2015

EL TIMO



Aquella tarde la peluquería estaba llena de gente debido a unas ampollas que parecían frenar la caída del cabello. Yo tenía que cortarme el pelo y mi madre estaba molesta porque nunca había tenido que esperar tanto, ¡pero si eso es un timo!, declaró en voz alta, y nos fuimos a casa de Leonor, una joven estudiante que a ratos hacía de peluquera.

Leonor nos invitó a entrar en el salón. Le pregunté si podía encender la televisión y me dijo que sí. Hasta aquí, según recuerdo, todo iba bien: yo era un niño libre de pecado, un niño normal que estaba viendo los dibujos el día antes de su comunión, y Jerry volvía a escaparse de las garras de Tom introduciéndose por las rejas de una alcantarilla. Lo de ese ratón era increíble, siempre se salía con la suya.

Mientras tanto Leonor se afanaba en recortar mis greñas, me decía “baja la cabeza” o “mira hacia a ese lado” o “mira hacia el otro”, jamás, en ningún momento, me dijo que mirara en el interior de su blusa, sin embargo, eso fue lo que hice. El hueco de la manga se abrió y por unos segundos la imagen de su teta izquierda se quedó congelada a escasos centímetros de mis ojos. ¡Una teta en vivo y en directo!, un extraño calor me subió hasta las mejillas, sentí cómo se ensuciaba mi alma e intenté apartar el pecado de la mente, pero fue inútil.

De vuelta a casa mi madre preguntó si me pasaba algo. Yo le dije que no, pero la verdad es que no podía dejar de pensar en la teta izquierda de Leonor, ni siquiera pensaba en la teta derecha, ni en el noveno mandamiento, ni en volver a confesarme, ya era tarde para eso; mi comunión sería una farsa, un timo, igual que las ampollas que vendían en la peluquería.







(Ganador III Premio de microrrelatos Manuel J.Pelaez)

Gracias a Ppk, Mari Carmen, Merche, y a todo el colectivo Manuel JPelaez por un fin de semana en Zafra que califico de inolvidable.

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